¿Natural? ¿Orgánico? ¿Confuso? El poder (y el riesgo) de las etiquetas en la alimentación consciente
Cuando la confusión supera al deseo, la venta se pierde. El marketing de lo natural y orgánico necesita claridad para crecer.

Vivimos en una era donde comer bien se ha vuelto un acto político, emocional y hasta espiritual. “Natural”, “orgánico”, “limpio”, “sin aditivos”, “plant-based”… Las etiquetas saludables inundan los estantes. Pero, ¿qué pasa cuando el consumidor quiere cuidar su salud, pero no entiende lo que está comprando?
Eso es exactamente lo que revela un estudio reciente del Acosta Group: aunque 3 de cada 4 consumidores compraron al menos un producto natural u orgánico en los últimos seis meses, el 40% no sabe distinguir entre ambos términos.
Y ahí está el problema.
Cuando el deseo es alto pero el entendimiento es bajo, la venta se cae
Este es el gran dilema: el interés está.
El 60% de los encuestados cree que sus productos deberían ser naturales u orgánicos.
Más del 20% aumentó su compra de estos productos recientemente.
Y muchos lo hacen porque sienten que “son mejores para ellos” o “tienen menos químicos y aditivos.”
Pero cuando se enfrentan a la decisión de compra… se detienen. Dudan. Se confunden. Y muchas veces, vuelven a lo convencional.
La razón principal de este freno es la falta de claridad.
Porque si el consumidor no entiende lo que está comprando, no se siente seguro. Y si no se siente seguro, no confía.
¿Qué significa realmente “natural”? ¿Y qué significa “orgánico”?
Aquí está el punto crítico del marketing gastronómico moderno: lo que comunicas debe ser comprensible y creíble.
- “Natural” no tiene una regulación oficial en muchos países. Puede significar que el producto no tiene colorantes, o que no fue alterado artificialmente, o simplemente que "suena saludable". Pero es una palabra amplia, ambigua y muy usada con fines puramente comerciales.
- “Orgánico”, en cambio, suele estar regulado (como por el USDA en EE. UU. o la UE en Europa). Significa que el producto fue cultivado sin pesticidas sintéticos, sin organismos genéticamente modificados (OGM), y con ciertas prácticas sostenibles. Pero ese conocimiento no siempre llega al consumidor.
Y cuando el público confunde ambos términos, el valor diferencial del producto desaparece.
Además de la confusión, el precio también juega en contra
El estudio de Acosta también revela que más del 70% de los consumidores que prefieren productos convencionales citan el costo como la principal barrera para comprar productos naturales u orgánicos.
Y esto es crucial: si además de caro, el producto no se entiende… se vuelve invendible.
¿Qué deben hacer las marcas? Claves desde el marketing gastronómico
- Educar antes que convencer.
No des por sentado que tu consumidor entiende tus etiquetas. Usa tus empaques, redes y canales digitales para explicar con simpleza qué significan tus atributos. - No abuses de lo “natural”.
Si tu producto no tiene un diferencial claro, no lo maquilles con palabras genéricas. El consumidor puede perdonar un precio alto, pero no una mentira. - Muestra el valor, no solo el precio.
En lugar de justificar por qué eres más caro, explica qué obtiene el consumidor a cambio: mejor nutrición, procesos sostenibles, trazabilidad, bienestar a largo plazo. - Crea contenido útil, no solo publicitario.
Un blog, una infografía, una mini guía “natural vs orgánico” puede cambiar la decisión de compra de tu cliente. - Segmenta tu comunicación.
Hay consumidores que están listos para pagar más por salud. Y hay otros que necesitan más contexto. Dirígete a cada uno con el mensaje correcto.


Hoy más que nunca, la gente quiere comer mejor. El deseo está. La intención está. Pero si no hay claridad, no hay acción.
Y si el consumidor no entiende, el producto no se convierte en decisión.
El reto del marketing gastronómico ya no es solo seducir. Es educar.
No es solo decir “soy saludable”. Es explicar cómo, por qué y para quién.
Porque la próxima vez que un cliente dude entre lo convencional y lo orgánico, la diferencia puede no estar en el precio… sino en la confianza.