Midiendo la Emoción en los Alimentos
Imagina un mundo en el que no solo podemos preguntar a los consumidores si les gusta un alimento, sino que podemos medir cómo su cerebro responde a él en tiempo real. Esta idea, que hasta hace poco parecía sacada de la ciencia ficción, es hoy una realidad gracias a la colaboración entre la empresa de ingredientes naturales Kalsec y la compañía italiana Thimus. Juntas, están aplicando neurociencia para llevar el desarrollo de productos (NPD) a un nuevo nivel, permitiendo a las marcas entender cómo los consumidores experimentan los sabores más allá de las palabras.
Un Cerebro, Mil Sabores: La Revolución de la Neurociencia Sensorial
Tradicionalmente, los paneles sensoriales y las encuestas han sido la herramienta principal para evaluar alimentos. Sin embargo, estos métodos tienen una gran limitación: dependen de la capacidad del consumidor para expresar lo que siente. Pero, ¿qué pasa con las reacciones inconscientes?
Thimus ha desarrollado el T-Box, la primera plataforma SaaS que mide respuestas emocionales y cognitivas mediante un electroencefalograma (EEG). Este dispositivo capta señales cerebrales durante la degustación de un producto, permitiendo a las marcas identificar qué sensaciones generan sus alimentos en cada fase de la experiencia.
El impacto de esta tecnología es significativo. Ya no se trata solo de preguntar si te gusta un producto, sino de entender en qué momento exacto lo disfrutas, cuánto esfuerzo mental requiere comprenderlo o qué tan familiar te resulta. Con estos datos, los fabricantes pueden ajustar fórmulas para mejorar sabores, reducir ingredientes no deseados y acelerar el proceso de desarrollo sin perder el enfoque en la aceptación del consumidor.
De la Ciencia a la Mesa: Optimizando Productos con Datos Cognitivos
Kalsec y Thimus han llevado esta investigación a la práctica con la creación de la House of Humans en la Universidad de Wageningen, un centro que pone a disposición de la industria la neurociencia sensorial para el desarrollo y reformulación de productos.
Uno de los experimentos clave se realizó con productos picantes, donde los participantes degustaron un Virgin Mary sin alcohol, chips de polenta frita y chocolates con ingredientes salados. Gracias a la tecnología EEG, se pudo medir en tiempo real cómo cada perfil de sabor afectaba al cerebro y cuáles provocaban mayor interés, disfrute o rechazo.
Este nivel de precisión es crucial para la industria alimentaria. No todos los consumidores pueden verbalizar lo que sienten, pero su cerebro sí lo expresa. La posibilidad de combinar estos datos con inteligencia artificial permitirá entrenar algoritmos que predigan con mayor exactitud cuáles combinaciones de ingredientes generan mayor aceptación.
Prediciendo el Éxito en el Mercado: Más Allá del Gusto
El impacto de esta tecnología no se detiene en la optimización de sabores. Con el análisis de asimetría frontal, una métrica de neurociencia ampliamente validada, el T-Box puede predecir la aceptación o rechazo de un producto en el mercado antes de su lanzamiento.
Esto significa que una marca podría saber, con alta precisión, si una versión baja en azúcar o una alternativa plant-based tiene el potencial de ser un éxito sin necesidad de pruebas extensas con miles de consumidores.
Para las empresas, esto representa un cambio radical: menos pruebas fallidas, menos inversiones en productos que no resonarán con el mercado y una mayor capacidad de adaptación a las preferencias del consumidor en tiempo real.
El Futuro del Sabor: Ciencia, Algoritmos y Emoción
A medida que esta tecnología se expande, más compañías están mostrando interés en integrar la neurociencia en su proceso de desarrollo de productos. Givaudan, La Linea Verde y Alamance Food Company ya han comenzado a explorar estas soluciones, y se espera que en 2025 nuevos jugadores de la industria alimentaria adopten este enfoque.
Estamos en la era en la que la comida no solo se saborea, sino que se mide en emociones. La combinación de inteligencia artificial, datos cerebrales y análisis de comportamiento podría transformar por completo la forma en que las marcas crean alimentos, asegurando que cada producto sea una experiencia sensorial optimizada desde su concepción.
El paladar humano es complejo, pero ahora, por primera vez, podemos descifrarlo con precisión científica. Bienvenidos a la nueva frontera del sabor.